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En esta edición mensual de Ambiente en Diálogo, el newsletter del Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, queremos profundizar en un tema que ya hemos abordado de manera general: los residuos. En esta ocasión, nos enfocamos en una corriente particular —los residuos textiles— y te contamos el caso de una empresa que trabaja específicamente con ellos.
La corriente de residuos textiles presenta desafíos únicos y, al mismo tiempo, un enorme potencial dentro de la economía circular. Se trata de una fracción relevante dentro de los residuos sólidos urbanos de cualquier jurisdicción y la Provincia de Buenos Aires no es excepción: se estima que en el territorio bonaerense se generan unas 570 toneladas diarias de residuos textiles. Esta realidad, alimentada por el modelo de consumo acelerado conocido como fast fashion, se agrava por la alta rotación de prendas, su corta vida útil y la creciente dificultad para reciclar materiales de composición mixta.
En la provincia, distinguimos dos grandes tipos de residuos textiles según su origen. Por un lado, los residuos postindustriales, que provienen de los procesos de manufactura, son más homogéneos y aptos para el reciclaje industrial. Por otro lado, los residuos posconsumo —ropa descartada por hogares, comercios o instituciones— presentan mayor diversidad y suelen destinarse a la reutilización. También importa su composición: mientras que las fibras naturales como el algodón son más fáciles de reciclar, las mezclas con fibras sintéticas dificultan su valorización.
La falta de separación en origen, trazabilidad y logística diferenciada son barreras que limitan el desarrollo de cadenas de reciclaje textil sustentables. Por eso, desde el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires impulsamos la estrategia de “Valorización y Reciclaje Textil” en el marco del programa Mi Provincia Recicla. Esta estrategia promueve mesas sectoriales de trabajo, el fortalecimiento de destinos sustentables y el acompañamiento a cooperativas, municipios e industrias para habilitar circuitos virtuosos de recuperación, innovación y empleo con perspectiva ambiental y social.
A través de experiencias territoriales como la cooperativa Reciclando Sueños en La Matanza o iniciativas municipales en Avellaneda, Pehuajó y Lomas de Zamora, estamos construyendo una política pública concreta que busca que los residuos textiles dejen de ser un pasivo ambiental y se conviertan en un recurso estratégico. Avanzar en normativas específicas, facilitar el acceso a tecnologías y fomentar las compras públicas sustentables son pasos clave para escalar el impacto y consolidar una red bonaerense de economía circular textil.
Para ilustrar los desafíos y el potencial de la corriente textiles queremos contarte sobre el caso BI Remake. Se trata de una iniciativa que transforma residuos textiles y otros descartes en productos útiles y con diseño, creando a la vez oportunidades de inclusión y empleo.
Es un programa de recolección, revalorización y rediseño de materiales pensado desde una visión amplia sobre la sostenibilidad: no se trata solo de reducir el impacto ambiental, sino también de generar circuitos económicos más justos, regenerativos y participativos. Su enfoque integra inclusión, diversidad, justicia social y climática, y apunta a construir una red de economía circular que transforme los residuos en recursos y las decisiones de consumo en actos de activismo cotidiano.
BiRemake trabaja con grupos de mujeres que producen desde sus casas o en pequeños talleres comunitarios. Estas mujeres reciben capacitación y acompañamiento para profesionalizar su labor, acceder a mejores condiciones de trabajo y generar ingresos estables.
Además, el proyecto trabaja con cooperativas de recuperadores urbanos, integrándolos al proceso productivo y aportando al fortalecimiento de su rol dentro de la economía circular, muy en línea con la forma en que abordamos este tema desde el Ministerio. Así, cada producto que nace de BI Remake representa no solo una solución ambiental, sino también una apuesta por una economía más inclusiva, donde el trabajo digno y el cuidado del ambiente van de la mano.
Los materiales que recupera BI Remake provienen de múltiples fuentes, como descartes de lonas, uniformes y otros textiles en desuso, así como piezas provenientes de los sectores textil y agrícola. De esta forma, materiales como las silobolsas encuentran nuevos usos y se integran a circuitos de economía circular.
Con estos insumos, producen una gran variedad de objetos: mochilas, paraguas, cartucheras, pilotos de lluvia, fundas para notebooks y bicicletas, cajas de delivery, carpas, estructuras para ferias, escenografías y más. Cada producto es una pieza funcional en sí, pero buscan que también opere como un mensaje tangible sobre la posibilidad de hacer las cosas de otro modo.
El trabajo de BI Remake genera una serie de beneficios ambientales. Reutilizar materiales significa reducir la necesidad de producir nuevos insumos, lo cual disminuye el uso de energía, agua y materias primas, y por ende las emisiones de gases de efecto invernadero. También ayuda a evitar que grandes volúmenes de residuos terminen en basurales o en cursos de agua, protegiendo así nuestros ecosistemas.
A nivel social, el programa pone en valor el trabajo de quienes históricamente fueron excluidos de los circuitos económicos formales. Al integrar a costureras independientes y a recuperadores urbanos en la cadena productiva, se dignifica su rol y se construyen alternativas de empleo con sentido, autonomía y estabilidad. A esto se suma el impulso a la economía circular, un modelo que busca maximizar el uso de los recursos y minimizar el desperdicio, generando valor económico, social y ambiental al mismo tiempo.
Desde el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires acompañamos a Bi Remake de dos formas. Por un lado, compramos sus productos elaborados con telas recicladas —como bolsas o portanotebooks— para ocasiones institucionales. Ellos proveen tanto a nosotros como a empresas privadas como Banco Galicia, Colgate-Palmolive o Natura Cosméticos, que les envían sus descartes textiles para ser reutilizados. Este modelo de colaboración entre actores públicos, privados y sociales es fundamental para que la economía circular deje de ser una excepción y se convierta en parte estructural del desarrollo productivo del país.
A su vez, estamos acompañando el proceso de certificación como destino sustentable (de la empresa madre EcoTextiles) y como operador de grandes volúmenes de residuos. Estas certificaciones no implican subsidios o asistencias, sino que garantiza trazabilidad, transparencia y una forma de formalizar y escalar procesos productivos sostenibles. Además, representa un paso clave hacia un marco regulatorio más sólido en torno al sector textil y sus residuos, que aún está poco abordado en Argentina.
El objetivo de largo plazo de BiRemake y del Ministerio es claro: transformar esta experiencia en una política pública replicable a otros casos y a otras provincias y generar una red provincial y nacional de economía circular textil.
Entre los desafíos que enfrenta este tipo de proyectos destaca el costo de adquirir ciertos materiales descartados y la necesidad de impulsar un cambio cultural en los hábitos de consumo.
Como señala Coco Caminos, cofundadora de BiRemake: “El mayor desafío es que el consumidor decida elegir productos sostenibles. Pero cuando lo hace, está eligiendo un modelo de producción distinto”.
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