Ambiente en Diálogo Octubre 2022

Hablemos de flexibilización ambiental


¡Hola! ¿Cómo estás?

En esta entrega de Ambiente en Diálogo, el newsletter del Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, queremos profundizar sobre un tema que estuvo en agenda en el último tiempo y nos parece muy importante para pensar la realidad de nuestro país: la flexibilización ambiental.

 

 

¿Por qué hablamos de flexibilización ambiental?

Hace algunas semanas el diputado Máximo Kirchner introdujo el concepto de “flexibilización ambiental” en la discusión pública argentina. Veamos primero de dónde proviene y luego profundicemos en las palabras del legislador.

Según el investigador uruguayo Eduardo Gudynas, el término refiere a “flexibilizar, aligerar o reducir los controles y las exigencias ambientales''. La idea toma el concepto de flexibilización laboral y hace una analogía entre la reducción de los derechos laborales y la disminución de las salvaguardas ambientales. 

Gudynas entiende que los gobiernos flexibilizan sus exigencias ambientales para contar con estándares más bajos, tolerar excepcionalidades o debilitar el control, y así permitir de manera más acelerada y sencilla la radicación de inversiones.

Independencia a la hora de tomar decisiones

Tomando el ejemplo de nuestro país, Máximo Kirchner ahonda en las razones económicas y políticas que llevan a los países a esta situación. Tal como señaló: "Nosotros hablamos de flexibilización impositiva, laboral y ambiental. Esto a partir de las necesidades que tiene nuestro país luego de la tasa de endeudamiento que generó Macri. (...) hasta 2015 la Argentina generó un gran proceso de desendeudamiento. Y esto (...) tiene un factor central: la independencia a la hora de tomar decisiones”. 

En ese sentido, la obligación de repago de la deuda externa produce una presión muy fuerte para la generación de divisas —en particular, a través de la exportación de nuestros recursos naturales—. Esta necesidad impuesta reduce el margen de decisión y acción de los gobiernos en materia de planificación del desarrollo, principalmente, de dos maneras. Por un lado, condiciona la definición del destino de las divisas que se producen; por ejemplo, lo que se destina al pago de los intereses de la deuda se debita de lo disponible para importar maquinaria que permita modernizar nuestra industria o para invertir en mejorar las condiciones de vida de la población. Por otro lado, la urgencia incesante de contar con divisas para la deuda reduce el margen para planificar y  decidir a qué sectores productivos apostamos con mayor énfasis.

Condiciones de inversión

Máximo habla de las condiciones especiales que exigen los sectores económicos. “Las inversiones extranjeras que vengan a nuestro país, en el litio, por ejemplo —uno de los grandes recursos de los años que vienen—, empiezan a exigir: ‘Yo voy a invertir, pero necesito esta condición impositiva; yo voy a invertir, pero me parece que este convenio de los trabajadores no es el convenio que me da certezas’. En lo ambiental es lo mismo, las normas ambientales que esos capitales tienen en sus propios países son mucho más duras que las que tenemos nosotros. Entonces no quieren pagar lo que vale nuestros bienes naturales comunes, no quieren pagarle al trabajador/a lo que vale su trabajo, ni quieren abonar al Estado los recursos que como Estado se necesitan para dar abasto a las prestaciones básicas de educación, salud, lo que llamamos el desarrollo humano”.

De esta manera, el ahogo de la deuda externa se convierte en una forma de presión para exigir la flexibilización de los estándares ambientales asociados a las diferentes actividades económicas. Por ejemplo, pidiendo el aprobamiento acelerado de permisos ambientales o la reducción de la participación ciudadana, entre otros.

Deuda y transición ambiental

Lo mencionado anteriormente se agrava cuando consideramos que los países más endeudados y presionados financieramente son, justamente, aquellos que menos contribuyeron a la crisis ambiental actual y los que están más faltos de herramientas para lidiar con los impactos del cambio climático. Y la presión de las deudas tiende a profundizar esa situación, constituyéndose un círculo vicioso que obstaculiza la transición ecológica de estos países y amplía las diferencias  entre Norte y Sur. 

Este mecanismo de profundización de la desigualdad se produce, por un lado, porque se reducen los recursos que tenemos para adaptarnos al cambio climático (sumado al incumplimiento de las promesas de financiamiento en el marco del Acuerdo de París). Por otro, porque se ralentiza la transición ecológica en nuestros países, que quedan rezagados con respecto a los países más ricos. Se genera entonces la paradoja de que, a la vez que se demanda una mayor flexibilidad ambiental para invertir en el país, se exigen cada vez mayores estándares ambientales para el comercio.

A partir de lo expuesto, resulta evidente que hay un riesgo real de que el peso de las deudas financieras se convierta en un obstáculo muy relevante para asegurar la transición hacia un mundo más sostenible y más justo. 

Canje de deuda por acción climática

Como respuesta a esta situación, se están impulsando a nivel internacional medidas como el canje de deuda por acción climática. Consiste en proponer un mecanismo de intercambio de parte de la deuda por inversiones en proyectos climáticos en sentido amplio (desde la creación de áreas de conservación y la instalación de parques de energía renovable hasta mejoras en la gestión de los residuos, entre otras acciones).

Esto permitiría reducir el peso de la deuda para los acreedores, quitando esa carga que obstaculiza el crecimiento económico y la protección del ambiente. Con este objetivo en mente, la Argentina ha llevado a diversas instancias de encuentro de la comunidad internacional el reclamo de un alivio financiero que permita que los intereses de los prestamistas no imperen por sobre las urgencias ambientales.

Estamos articulando esta posición con países hermanos como México y Colombia, entendiendo que debe constituirse en políticas de Estado que se sostengan en el tiempo y puedan ser apropiadas y defendidas por la ciudadanía en su conjunto. No solo en nuestro país, sino también en el plano internacional, para que esta demanda sea finalmente atendida por la comunidad global.

Además de llevar esta discusión a los ámbitos correspondientes, necesitamos construir propuestas concretas de implementación de este tipo de mecanismos para que esta herramienta pueda ser realmente transformadora en el camino hacia un mundo con más justicia ambiental y social.

 

Si tenés sugerencias, comentarios o ideas de temas sobre los que te gustaría leer en este newsletter, escribinos a ambienteendialogo@ambiente.gba.gob.ar
Gracias por acompañarnos. Volvemos a encontrarnos en un mes.