Ambiente en Diálogo - Marzo 2025


Negarlo no hace desaparecer el cambio climático

 

¡Hola! ¿Cómo estás?
 
Retomamos el año en Ambiente en Diálogo, el newsletter del Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, para hablar de un evento trágico que ocurrió en nuestra provincia: la inundación de Bahía Blanca.
 

¿Sigue existiendo lo del cambio climático?

 
Obnubilados por el mantra de que las fallas de mercado no existen, el gobierno nacional y sus socios globales se empeñan en intentar hacernos creer que el cambio climático ya fue, que es un invento chino, que no es tan importante, que ya pasó antes en la historia del planeta.
 
Desmentir esto de manera científica es bastante sencillo. Basta ver uno de los tantos gráficos que circulan por ahí que muestran que, efectivamente, el planeta atravesó períodos mucho más fríos y mucho más cálidos que el actual. Pero olvidan dos detalles clave: primero, que no había humanos altamente dependientes de este clima estable para su supervivencia; y segundo, que nunca antes estos cambios ocurrieron con la velocidad con la que están ocurriendo hoy y es producto de la actividad humana.
 
Como muestra el siguiente cuadro, la evolución de la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera provenientes de la quema de combustibles fósiles —el principal causante del calentamiento global— es alarmante y no tiene precedentes.
 
 
Lo repetimos siempre, pero va una vez más. Lo de salvar el planeta en realidad es erróneo, lo que estamos intentando es salvarnos a nosotros mismos y las condiciones que posibilitan la vida en la Tierra. Pensando, especialmente, en las poblaciones más vulnerables ya que son las más expuestas al cambio climático y las que tienen menos recursos para enfrentar sus impactos. La justicia ambiental es justicia social.
 
 
Y entonces vino Bahía Blanca 
 
Como si la ciencia no fuera suficiente para demostrar que el cambio climático es real y ya no una amenaza futura, sino el presente que estamos viviendo, el viernes 7 de marzo de 2025, Bahía Blanca sufrió una de las peores inundaciones de su historia. Según el Servicio Meteorológico Nacional, 290 milímetros de lluvia se acumularon entre las 3 de la madrugada y las 15 horas del viernes 7 de marzo en Bahía Blanca. Fue un récord de precipitaciones diarias para el territorio de esa ciudad. Se generaron inundaciones que causaron más de 1.400 evacuados, la muerte de al menos 16 personas, provocó el colapso del sistema de drenaje, el suministro eléctrico y el transporte público, anegó calles y barrios enteros, y dejó daños materiales incalculables.
 
Científicos de Argentina, Francia e Italia confirmaron que este evento tuvo una clara relación con el cambio climático. La ciencia indica que el aumento de la temperatura global intensifica los fenómenos meteorológicos extremos, haciendo que lluvias torrenciales como la registrada en Bahía Blanca sean más frecuentes e intensas. Además, las ciudades no fueron planificadas para este mundo de calentamiento global y fenómenos climáticos extremos. Es necesario adaptar la infraestructura pluvial y la gestión y el funcionamiento de las ciudades para hacerlas menos vulnerables a este tipo de eventos que antes eran excepcionales y ahora podrían volverse recurrentes.
 
De esta manera, la catástrofe en Bahía Blanca no solo pone en evidencia la urgencia de fortalecer las políticas de adaptación y resiliencia climática en las ciudades argentinas, sino que también muestra una vez más la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para mitigar el calentamiento global.
 

El día después
 

Cuando, por fin, se retiró el agua, dejó a la vista todo el daño causado, y las tareas de atención a la emergencia y reconstrucción necesaria. Municipios y Provincia nos pusimos manos a la obra para contener la emergencia. Toda la provincia de Buenos Aires, todos los ministerios, estamos trabajando intensamente en la zona para que la vida pueda volver lo antes posible a algo parecido a la normalidad. 

En ese contexto, desde el Ministerio de Ambiente también aportamos desde las temáticas que nos competen.

Un gran tema que cuando la vida transcurre normalmente damos por hecho es la gestión de los residuos: generar la basura, sacarla a la calle en determinada hora y que, eventualmente, desaparezca. Este proceso mágico también quedó interrumpido por la inundación y elevado en su complejidad por la enorme cantidad de nuevos residuos generados a partir de los destrozos.

Por eso, una de nuestras principales tareas fue ocuparnos de esa gestión. Armamos un esquema de recolección de residuos coordinado con el municipio. Tenemos operativos  20 camiones y 2 retroexcavadoras aportadas por el sector privado que se suman a los autoelevadores, pala frontal, contenedores basculantes, minicargadora y excavadora oruga que pusimos desde el ministerio.

 


 

Algunos camiones se ocupan de zonas específicas haciendo recolección de residuos voluminosos, muebles, objetos grandes y residuos de centros de evacuados, y trasladando esos residuos a nuevos sitios de disposición y puntos de transferencia que habilitamos para agilizar el operativo y no colapsar el relleno de la ciudad. Otros tantos están a disposición del municipio que tiene tareas rotativas según las necesidades. Por ejemplo, se ocuparon de hacer la recolección de residuos especiales del laboratorio del hospital Penna, con contenedores específicos de residuos peligrosos.

Además, estamos reforzando la gestión del municipio con equipamiento que posibilite la gestión de los residuos de poda generados en el marco del temporal y la atención de la emergencia. Para eso entregamos motosierras, podadoras de altura, moto guadañas, gomones inflables, además de ropa y equipos de seguridad para los agentes municipales que participan de esas tareas, tales como cascos, lentes de protección, borcegos, chalecos reflectivos, entre otros insumos..

 

El rol de la naturaleza en la reconstrucción
 

Después de la gestión de la emergencia, viene la reconstrucción. Y ahí entendemos que la naturaleza y la consideración de los servicios ecosistémicos son aliados clave. Los ecosistemas saludables, como los humedales, bosques y pastizales, actúan como amortiguadores naturales frente a eventos extremos, absorbiendo el exceso de agua y reduciendo el impacto de las inundaciones. En la recuperación, restaurar y proteger estos espacios no solo ayuda a mitigar futuros desastres, sino que también permite reconstruir ciudades más resilientes y sostenibles.
 
La infraestructura de resiliencia climática debe combinar soluciones tradicionales con enfoques basados en la naturaleza. En el caso de la gestión del agua, la restauración y conservación de humedales es una estrategia fundamental. Estos ecosistemas no solo regulan el flujo hídrico y mejoran la calidad del agua, sino que también aportan beneficios ecológicos y sociales a largo plazo. Su degradación incrementa el riesgo de inundaciones y la pérdida de biodiversidad, mientras que su protección fortalece la capacidad de las ciudades para adaptarse a los desafíos climáticos.
 
Por eso, desde el Ministerio de Ambiente trabajamos para que la recuperación no solo implique volver a lo que había antes, sino avanzar hacia un modelo que aprenda de la crisis y fortalezca nuestras defensas naturales. La implementación de soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de humedales y la expansión de infraestructura verde, no es solo una opción, sino una necesidad para reducir la vulnerabilidad y garantizar que, cuando vuelva a llover, estemos mejor preparados.
 
Mientras continuamos estos trabajos, hacemos un llamado al gobierno nacional y a todos los actores a tomarnos en serio este asunto y trabajar por una Argentina más resiliente a los efectos inevitables del cambio climático.
 
 
 
Gracias por acompañarnos un año más.
 
Si tenés sugerencias, comentarios o ideas de temas sobre los que te gustaría leer en este newsletter, escribinos a ambienteendialogo@ambiente.gba.gob.ar